viernes, 20 de marzo de 2009

Preparativos para entrar

El grupo prepara el campamento a unos 50 metros de la entrada del templo. Se quita el equipo del poni y Varak cuida del animal (es a quien mejor se le dan los animales, con las limitaciones de un enano), dejándolo atado a un lado del campamento.

Se montan las tiendas de campaña donde dormireis, se prepara el equipo de excavación y entibación, por si es necesario reparar algún túnel anterior (aunque sabiendo que es una construcción enana sabeis que no debe estar dañada estructuralmente; los enanos construís para durar durante milenios).

A mediodía todo está preparado, con Jorek haciendo gestos de querer entrar a machacar skavens (sus gestos explicativos son muy elocuentes) y todo preparado.

Bergen Schultz se ha mantenido todo este tiempo sentado en una piedra, junto a su equipo, observándoos y sin hablar, con su extraña perenne mueca con forma de sonrisa que mantiene las últimas horas. Ni siquiera cuando Nicolas se ha dirigido a él para preguntarle si debían hacer fuego o no, le ha ignorado y no le ha contestado.

Estais preparados para bajar por la entrada del templo. Teneis que indicarme quiénes vais, en qué orden vais colocados, qué equipo llevais, quien se queda y cualquier otra cosa que pueda serme de utilidad para los futuros encuentros.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Llegada a la entrada al templo

En esta última parte del viaje el trayecto se complica cada vez más. Al pony de carga que llevais le cuesta ascender por la pedregosa ladera de la montaña, y en una ocasión está a punto de caer por el terraplén arrastrando a Jorek con el animal, pero entre todos lograis que no se produzca la catastrofe.

Os internais por un estrecho desfiladero que asemeja una grieta en la montaña. Aunque vais pisando por los cascotes que han ido cayendo durante siglos desde las alturas del desfiladero, descubrís debajo los restos de una calzada de piedra muy antigua. Posiblemente los restos de una calzada enana.

El desfiladero se abre a un valle pequeño y rodeado de abruptas paredes. La vegetación se ha enseñoreado de la zona, aunque Bergen os señala marcas en el suelo de caballos, que estima de hace un mes como poco.

En un rincón del pequeño valle se encuentra la entrada al templo, prácticamente oculta por la vegetación que ha crecido cerca. Se ve fácilmente que parte de la vegetación ha sido quitada para descubrir la entrada y que enfrente de la entrada se montó un campamento.

La entrada del templo, parcialmente derruido, representa la cabeza con un casco de un guerrero enano, aunque los detalles o han sido destruidos por el paso del tiempo o están ocultos por las ramas de un arbol que ha crecido cerca. La puerta de piedra, que está movida a un lado, está situada en lo que sería la boca de la cabeza, subiendo unos desaparecidos escalones de piedra.

Los restos del campamento parecen abandonados hace tiempo y de manera apresurada. Aparte de los restos de una hoguera, multitud de pisadas y algún desperdicio inservible, no queda nada de valor ni de interés.

Bergen se arrodilla para revisar el suelo y las pisadas, y tras unos instantes inspeccionando las marcas, mostrando cierta preocupación comenta "Hombres-rata. No sabía que había hombres-rata en las montañas tan cerca de Drebkau.".

Segundo día de viaje hacia el templo enano

La noche pasó y algunos de vosotros os despertais por la mañana con el olor del desayuno que está preparando Bergen Schultz. "Desayunar bien os dará energías para el resto de la jornada. Además, hay que aprovechar que hoy podemos comer caliente".

Os poneis en marcha siguiendo los pasos de Bergen, que mira de vez en cuando el mugriento mapa que le comprasteis a Moin Karak para tomar alguna referencia en él.

Por la tarde, después de haber desayunado, os hace un gesto apresurado para que os oculteis detrás de unas rocas. Os ocultais rápidamente y esperais en silencio mientras Bergen permanece fuera de vuestra vista. El silencio apenas es roto por el ruido ocasional de algún ave lejana.

Varak decide no esperar más, oculto como una rata, y sale a ver qué está pasando. Cerca, tumbado en el suelo, oculto a la vista por un reseco arbusto, está Bergen observando el valle. Al ver a Varak hace un gesto de fastidio, pero no dice nada. Varak se oculta junto a él para fisgonear lo que está mirando.

Unos doscientos metros más abajo, un grupo de unos veinte goblins de las montañas, armados con lanzas y arcos, y liderados por un goblin montado en un enorme lobo, marchan valle abajo. No parecen haber advertido vuestra presencia y a los pocos minutos se pierden de vista.

Bergen mira con cierta reprobación a Varak el haber desobedecido sus órdenes, pero no dice nada. Os poneis en marcha de nuevo el fatigoso viaje ascendente.

Al anochecer, acampais de nuevo, pero esta vez no se hace hoguera de ningún tipo, y Bergen revisa qué se va a almorzar para evitar alimentos que emitan una fuerte fragancia. A veces, de tan cauto que es, parece un poco paranoico.

Os turnais las guardias como el día anterior, pero la noche es tranquila y silenciosa.

Al amanecer Bergen os dice que en unas horas llegareis a la entrada del templo, si es que las indicaciones del plano son correctas...

lunes, 16 de marzo de 2009

Partiendo desde Drebkau

Bergen Schultz, vuestro guía, es un tipo callado y silencioso, aparentemente ajeno a cualquier distracción que no sea su trabajo de guiaros sanos y salvos por las montañas hacia el destino que le dijisteis. Incluso el locuaz Nicolas Klaus apenas logra sacar algunas frases de Bergen, pese a amartillarlo con preguntas sobre la zona y las costumbres locales, hasta que Nicolas se cansa de tan poca colaboración.

El viaje os lleva ladera hacia arriba por un agreste camino jalonado de arbustos y formaciones rocosas graníticas. Las primeras horas del viaje una vez habeis partido de Drebkau, según va subiendo el sol, el trayecto es rápido y sin problemas. Pero según van pasando las horas y vais dejando atrás los campos cultivados de Drebkau y las últimas cabañas de los granjeros y leñadores, se ve que los signos de civilización desaparecen con rapidez, y Bergen toma cada vez más precauciones.

Durante la mañana Bergen caza un pequeño roedor con su arco y os sirve como almuerzo matinal asado al fuego de una pequeña hoguera. Las alabanzas sobre el valor culinario del conejo de Nicolas Klaus apenas logran arrancar una leve sonrisa en el seco Bergen Schultz mientras mira dsitraidamente su pedazo de carne.

El viaje sigue hacia el sudeste, rodeando escarpadas formaciones rocosas que ocultan vuestro paso, es costoso pero nada que un duro enano no pueda soportar estoicamente. Bergen parece satisfecho de no estar escuchando lamentos de cansancio por vuestra parte, aunque hay que admitir que Jorek lo tiene más fácil a la hora de no soltar ni una palabra de queja.

Cuando se acerca la noche Bergen busca un sitio donde ocultaros de la vista de los extraños, y monta un pequeño campamento. "Esta será la última noche que podremos hacer fuego." -os comenta mientras mira hacia la oscuridad del valle- "Es muy probable que alguna banda errante de pieles verdes se mueva por la noche, posiblemente para atacar a otro asentamiento piel verde cercano, pero no quiero que por alguna indiscreción vuestra" -se gira y os mira lentamente mientras continúa- "nos puedan detectar y decidir cambiar de presa".

"Haré las últimas guardias, ya que es en esos momentos de la noche cuando los orcos suelen atacar, después de aprovechar las primeras horas para detectar alguna presa y organizar el ataque."

Empieza a preparar el lugar donde dormirá las primeras horas pero se para, se da la vuelta y, mirando fijamente a Goakh, aunque parece dirigirse a todo el grupo, dice "Una última cosa, os aconsejaría que no os alejeis nunca de mi ni me perdais de vista, soy lo único que os puede sacar con vida del valle visto como os moveis por el monte. Ni nunca os dividais, sereis más fácilmente cazados."